Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA DE LOS REINOS DE CHILE



Comentario

Capítulo CIX


Que trata de las costumbres y cerimonias de los indios de la provincia de la ciudad de Valdivia

En esta provincia de Mallalauquén no adoran al sol ni a la luna, ni tienen ídolos ni casa de adoración. Difieren un poco en la lengua a las demás provincias que tengo dichas. Estos indios de esta provincia tienen esta orden, que tienen un señor, que es un "lebo", siete u ocho "cabís", que son prencipales, y éstos obedecen al señor principal.

Ciertas veces del año se ajuntan en una parte que ellos tienen señalado para aquel efecto que se llama "regua", que es tanto como decir, parte donde se ayuntan o sitio señalado, como en nuestra España tienen donde hacen cabildo. Este ayuntamiento es para averiguar pleitos y muertes. Y allí se casan y beben largo, y es como cuando van a cortes, porque van todos los grandes señores. Y todo aquello que allí se acuerda y hace es guardado y tenido y no quebrantado. Y estando allí todos juntos estos prencipales, pide cada uno su justicia. Y si es de muerte de hermano o primo o en otra manera, conciértanlos. Si es el delincuente hombre, que tiene y puede, ha de dar cierta cantidad de ovejas que comen todos los de aquella junta, y otras tantas da a la parte contraria, que serán hasta diez o doce ovejas. Y como tenga para pagar esto, es libre, y donde no, muere por ello.

Y si tienen guerra con otro señor, todos estos cabís y señores son obligados a salir con sus armas y gente a favorecer aquella parcialidad, según y como allí se ordena. Y el que falta de salir tiene pena de muerte y perdida toda su hacienda. Y si entre estos principales tienen alguna diferencia u otros particularmente, allí los conciertan y averiguan. Y allí venden y compran los días que aquel cabildo y junta dura.

Y allí se casan en esta manera, el que tiene hijas para casar o hermanas las lleva allí, y al que le parece bien alguna pídela a su padre, y pídenle por ella cierta cantidad de ovejas, quince o veinte, según tiene la posibilidad, y alguna ropa, o da una chaquira blanca que ellos tienen muy preciada. Y concertados en lo que se le ha de dar, se la da, mas a mí paréceme que la compra. Y si por ventura queda debiendo alguna cosa y no tiene para pagar, es obligado que si pare la mujer hija, se la da a su suegro en pago de lo que le restó debiendo, y si es hijo, no es obligado a dallo. Tienen en poco hallallas dueñas. Danle la mujer bien aderezada cuando se la dan al marido, aunque no es mucho gasto el atavío de ellas.

Si alguna mujer acomete algún adulterio a su marido, toma el marido y da queja de aquel tal en este cabildo, y parece el delincuente ante los señores. Y si es hombre que tiene y es de valor, paga cinco ovejas, las tres para que se coma en el cabildo y las dos para el marido. Y si es hombre que no tiene, muere por ello él y la mujer que acometió el adulterio, y los matan los mismos señores con sus manos. Esta junta dura quince o veinte días, y allí beben y se embriagan. En toda esta provincia se usa esto en cada lebo.

Son muy grandes hechiceros. Hablan con el demonio los que más por amigo se le dan. Son agoreros. Esta costumbre es en todas las partes. Estos indios cada uno anda vestido como alcanza y lo que visten es de lana de ovejas. Es gente dispuesta y ellas de buen parecer. Anda[n] vestidas como las de la provincia de la Concepción. Acostumbran traer zarcillos de cobre y traen en cada oreja ocho o diez, porque no se les da nada por otro metal, aunque lo tienen. Tienen muy buenas casas y en las puertas acostumbran poner como en la provincia Imperial, que son zorras y tigres y leones y gatos y perros. Y esto tienen en las puertas por grandeza. Entiérranse en el campo como los demás que he dicho.